lunes, 28 de marzo de 2011

Vietnam





“Se puso de pie, inseguro, largo, pálido, confuso, como un vapor exhalado por la tierra, se tambaleó ligeramente, brumosa y silenciosamente delante de mío, mientras que a mi espalda las fogatas brillaban entre los árboles y el murmullo de muchas voces brotaban del bosque”
“El corazón de las tinieblas” Joseph Conrad

               Me encontraba en medio de un partido de handball, cuando fue mi turno de entrar a la cancha. La selección nacional se enfrentaba contra el equipo vietnamita, en un partido de exhibición de medio pelo.
               Con tal solo ver llegar a mi marca me di cuenta que estaba perdido. Yo, el más pequeño y morrudo de los pivots americanos de repente se las veía cara a cara con un nipón macizo y que fácilmente me sacaba dos o tres cabezas.
               El duelo, fue desparejo desde el comienzo. A pesar de que lo golpeara, empujara, o arañara, el 8 vietnamita no se movía de su lugar. Todos los goles entraron por ese lado; el enorme buda giraba sobre su eje una y otra vez y fusilaba al arquero, que nada podía hacer.
               Los golpes pasaron a ser alevosos, de modo que a las dos amarillas y varios dos minutos, quedé expulsado del juego. El mismo terminó 24 a 10 a favor del equipo asiático, con el pivot rival, Li Xhu como figura y goleador.
               Cuando la radio le preguntó cómo había estado el partido respondió: “tranquilo” sin abandonar su languidez.
               Con la llegada del 65 estalló la guerra de Vietnam. Alejado de las canchas de handball por necesidad de la patria, me vi atrincherado en un punto estratégico cerca de la frontera con Camboya.
               Estaba dormido, soñando con la gloria que no había alcanzado en el deporte, cuando nuestra tropa fue sorprendida por el ataque de una guerrilla. Desperté de golpe con la voz de fuego, y solo atiné a asir mi fusil para dispararle al vacio.
               Con el alto al fuego reinó un silencio adormecedor. Con tal solo ver llegar a mi marca me di cuenta que estaba perdido. Yo el más pequeño y morrudo de los soldados de repente se las veía cara a cara con un nipón macizo y que fácilmente me sacaba dos o tres cabezas.
               En el forcejeo se le cayó la gorra de la estrella, solo para descubrir la verdadera identidad de mi adversario. Era Xhu, el ex número 8 del equipo de handball vietnamita.

               El duelo, era desparejo desde el comienzo. Ajeno a su parsimonia, me había quitado el fusil y reducido en el piso. Cuando asió su chuchillo, dejó mi brazo libre para que tomara el mío. Muerto, su rostro recobró la parsimonia que la guerra le había quitado.

4 comentarios:

  1. Qué es eso José?
    Supuestamente es un blog
    Abrazo

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  2. Mi joven y apuesto Aioria 90:
    Me has dado un beso al despedirte en mi bitácora, me ha sorprendido tu fugaz visita. Bien, te invito a quedarte en« Estoy a tu lado » y...
    Te dejo un beso de mi ternura
    Sor.Cecilia

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  3. Cecilia:
    Volveré a visitarte y conmigo llevaré mi bolsa de besos. Gracias por tu ternura, Aioria.

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"Yo no te pido que me bajes una estrella azul
solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":