domingo, 19 de diciembre de 2010

El ladrón por la mañana




Había sido una noche espectacular. Mina que seducía, mina que me comía. Encima el barman era amigo de un amigo y por eso nos había dejado canilla libre de fernet. Así que imagínense: las minas, el fernet, el calor que hacía dentro del boliche, y demás hicieron que me pusiera de la cabeza.
Aunque a esa mezcla no se la recomiendo a nadie, les digo que la venía pasando muy bien. Y digo venía porque ya terminada la fiesta, y cada uno yéndose para su casa me vengo a dar cuenta de que el Reno´ 9 de mi viejo no estaba donde lo había dejado.
_¿Boludo… estás seguro que no te viniste a pie?_ me preguntaba constantemente un amigo.
Ni bien vi que el Reno ´no estaba, supe que todo aquello era una de las bromas pesadas de Pablo Ricci, mi archienemigo de toda la vida.
Lo maldije, mandé a la mierda a mi amigo y me corté (solo aunque toda la banda me tildara de ortiva). Fui directamente hasta la comisaría, y casualmente me encontré con el oficial Rodríguez que era amigo mío.
El muy hijo de su madre no me quiso hacer la denuncia policial, argumentando que yo estaba borracho
_¿Cómo no voy a estar borracho…_ le dije_ si recién estuve tomando con vos en el boliche?_
Finalmente, lo mande al carajo también al oficial (que si no hubiera estado borracho me hubiera arrestado) y me fui directamente a la casa del pesado bromista en busca de una respuesta.
A mi encuentro salió la madre del pibe, envuelta en un bata. En ese momento recordé que ella siempre había sido muy macanuda con todo el mundo
_Es imposible que Pablito haya hecho una cosa así…_ me dijo y el viento le corrió la bata_ ¿Estás seguro vos, no querés pasar y lo hablamos bien?
Le agradecí, pero me negué a su invitación. Antes de irme oí cómo la madre refunfuñaba, y en ese momento recordé que había perdido el Renó.
Ya podía escuchar el llamada de atención (por no decir cagada a pedo) que mi padre me iba a dar. Tenía que buscar un placebo, algo que calmara la flamante ira de mi viejo.
En el estado en que estaba, no se me ocurrió otra cosa que pasar por la panadería y comprar una docena de facturas.
Así emprendí mi vieja de vuelta a casa.
Estando a unas pocas cuadras del lugar, apareció un tipo corriendo. Llevaba a cuestas muchas bolsas de papel blancas de las que se asomaban pedazos de pan y facturas. Me preguntó una dirección (la estación) y como vivo en este pueblo desde que tengo uso de razón, yo le supe indicar que camino tenía que tomar.
El tipo me agradeció y haciendo un movimiento extraño siguió con su trote ligero.
_Parecía buen tipo…_ pensé.
No hice ni media cuadra que un patrullero me paró. Era el oficial Rodriguez preguntándome si no habían visto a un tipo que andaba robando facturas. En efecto, yo ya no tenía la docena de facturas que había comprado en la panadería.
_Chambón…_ ledije.
_Qué va a ser…_ me dijo_ che la oficial Dera me dijo que habías venido a hacer una denuncia por robo de vehículo, ¿le pasó algo al Reno ´ 9?
No me dejó explicarle ni el comienzo de la historia, que lo llamaron por la radio informándole que el ladrón de facturas había atacado de nuevo y que debía presentarse urgentemente en el lugar.
_¿Y por qué no hiciste la denuncia?_ fue lo único que me dijo
Yo estaba desesperanzado. Me habían robado el Renó 9.Había ido a la comisaría y no me habían querido hacer la denuncia ( y eso que tenía un amigo adentro). Había comprado facturas para que mi viejo no me regañara y también me las había robado. Al fin de cuentas, me quería matar…
En el camino a casa, pasé de nuevo por el boliche y maldije a Ricci y me acordé de su madre. El auto estaba justo donde lo había dejado.

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solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":