miércoles, 4 de mayo de 2011
Esforzado
En el torbellino de imágenes y conceptos donde trabajaba el Demiurgo, tuvo el semidios que interferir entre un grupo de palabras que se parapetaban en el caos. Esforzado no daba con su concepto, y muchas candidatas se postulaban para desposarse con aquel.
Por un lado estaba la idea de exponerse a los límites y sobrepasarlos para así obtener regocijo. Por el otro, más solemne, estaba la idea de dar el mejor esfuerzo, ganando y regocijándose o perdiendo y lamentándose sin perder las esperanzas.
El Demiurgo, desconcertado con tanto palabrerío, decidió acudir a las aguas de tiempo para oír su consejo. A través de ellas encontró a un joven de un país lejano a la Hélade, que al entrar a la clase de adiestramiento físico se preguntaba por la misma cuestión.
El muchacho no encontraba una respuesta, más el Demiurgo, compadeciéndose del chico gritó: Forzado. Al parecer el joven lo escuchó, porque dio con la solución del asunto. A continuación las aguas del tiempo se cerraron y una voz muy aguda se hizo oír. Era Poseidón que advertía sobre su conducta al Demiurgo.
Podrido de todo, con estrés adelantado, el semidiós retornó a su trabajo, al torbellino de las imágenes y los conceptos. Allí se encontró que las palabras se habían reunido alrededor de Esforzado y sus dos pretendientes. Haciéndose paso entre la familia Honor, los infinitos mellizos de los Virtud, y la familia Muerte (que la engaña con la mujer de Vida) entre otros, el Demiurgo se paró en el medio del círculo y echó a todos los curiosos. A los que tenían pareja los devolvió al mundo, en cambio a los que no, los envió a cortejarse de vuelta al torbellino.
Luego preguntó a Esforzado a quién amaba. Éste le respondió que a la más bella. La idea de exponerse a los límites y sobrepasarlos para así obtener regocijo era a todas luces más seductora que la de dar lo mejor de uno. Mas el Demiurgo sin olvidar el concejo de las aguas invocó a Forzado, y éste se llevó a su fervorosa esposa al mundo.
Solos quedaron el Esfuerzo y la chica de dar lo mejor de uno ateniéndose a las consecuencias. Y fue como amor a primera vista. Éste la tomó de la mano y le preguntó si gustaba ir con él. Ella aceptó, y juntos se fueron caminando despacito y saludando a la gente hacia la Tierra. Luego el Demiurgo agradeció a Eros por su intervención.
Aquel, bajó del limbo y le preguntó al semidiós cuando se tomaría vacaciones. Éste le dijo que tenía pensado retirarse y dejarle el restante trabajo a los humanos, que él ya mucho había hecho. Eros rió y le preguntó quién sería el desgraciado que lo reemplazaría. “Algún que otro filósofo o escritor…” respondió pensativo el Demiurgo.
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"Yo no te pido que me bajes una estrella azul
solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":