sábado, 26 de noviembre de 2011

Ejemplo XXVI



De lo que aconteció al árbol de la mentira

Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo así:
“Patronio, sabed que estoy muy desazonado y muy alborotado con unos hombres que no me aman mucho, y estos hombres son tan revoltosos y embusteros, que nunca hacen otra cosa sino mentir, a mí y a todos los demás con quienes han de hacer o decidir alguna cosa; y las mentiras que dicen las saben tan bien adornar y aprovecharse de ellas, que me causan gran daño, y ellos aumentan su poderío y tienen a la gente muy en mí contra; y bien podéis creer que si yo quisiera obrar de la misma manera, por ventura lo sabría hacer tan bien como ellos, mas porque yo sé que la mentira es de mala condición nunca me pagué de ella; y ahora, por el buen entendimiento que tenéis os ruego que me aconsejéis qué actitud tomaré con estos hombres”.
“Señor conde, dijo Patronio, la Mentira y la Verdad se unieron en compañía, y después que estuvieron así un tiempo, la Mentira, que es más acuciosa, dijo a la Verdad que sería bueno que plantasen un árbol del que tuviesen frutos y pudiesen estar a su sombra cuando hiciese calor. Y la verdad, como es cosa sencilla y de buena voluntad, dijo que le agradaba.
“Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a crecer, dijo la Mentira a la Verdad que cada una de ellas tomase su parte de aquel árbol, y la Mentira, dando a entender a la Verdad, con razones falaces y apuestas, que la raíz es lo que da la vida y sostén al árbol y que es mejor cosa y de mayor provecho, aconsejó la Mentira a la Verdad que tomase las raíces del árbol, que están bajo tierra, y ella se aventuraría a tomar aquellas ramillas que debían salir, y están sobre tierra, aunque era muy peligrosos, porque estaba expuesto a ser cortado u hollado por los hombres, o roídos por las bestias, o destrozado por las aves con sus picos, o con sus garras, o con sus patas, o sacarlo el gran calor, o quemarlo la helada; y que de todos esos peligros no tenía que sufrir ninguno la raíz. Y cuando la Verdad oyó todas estas razones, como en ella no hay mucha astucia, y es cosa que confía y cree mucho, se fió de la Mentira, su compañera, y tuvo por verdad lo que le decía, creyendo que la Mentira le aconsejaba bien, y que recibía muy buena parte; y tomó la raíz del árbol y quedó muy contenta con aquella parte.
“Después que la Mentira hubo llevado esto a cabo, quedó muy alegre por el engaño que había hecho a su compañera, diciendo mentiras falaces, hermosas y compuestas. Entonces la Verdad se metió bajo tierra para vivir donde estaban las raíces, que era su parte, y la Mentira quedó sobre la tierra, donde viven los hombres, y andan las gentes y todas las demás cosas.
Y como es muy lisonjera, al poco tiempo estaban contentos de ella, y su árbol comenzó a crecer y a echar muy grandes ramas y muy grandes hojas, y daba muy hermosa sombra, y aparecieron muy bonitas flores, de muy hermosos colores y muy agradables a la vista. Cuando las gentes vieron aquel árbol tan hermoso reuníanse de muy buena gana para estar a su lado, y contentábanse mucho de su sombra, y las más de las gentes estaban siempre allí, y aun los que se hallaban en otros lugares decían los unos a los otros que si querían estar regalados y alegres, que fuesen a estar a la sombra del árbol de la Mentira.
“Cuando las gentes se hallaban reunidas bajo aquel árbol, como la Mentira es muy halagadora y de mucha sabiduría, causaba muchos placeres alas gentes, y enseñábales su sabiduría, y las gentes se alegraban mucho de aprender aquel arte. De esta manera atrajo a sí a todas las gentes del mundo, y a los unos les enseñaban mentiras sencillas, y a los otros muchos más sabios mentiras dobles. Y debéis saber que la mentira sencilla es cuando el hombre dice a otro: “Don Fulano, yo haré tal cosa por vos” y miente en lo que dice; y la mentira doble es cuando le hace juramentos o le rinde homenaje o le da rehenes,  o pone a otros por sí para que hagan todos esos pactos, y al dar estas seguridades ya ha pensado él y sabe de qué manera todo esto quedará en mentira triple y en engaño. Mas la mentira triple, que es mortalmente engañosa, es la que miente y engaña diciendo la verdad. De esta tal mentira había tanta en la Mentira y la sabía enseñar tan bien a los que se contentaban de estar a la sombra de su árbol, que con aquella sabiduría les hacía llevar a cabo las más de las cosas que ellos querían, y ningún hombre, que no supiese aquel arte podía evitar que no le llevasen a hacer su voluntad. Y lo uno por la hermosura del árbol, y lo otro por el gran arte que de la Mentira aprendían, las gentes deseaban mucho estar bajo aquella sombra, y aprender lo que aquella Mentira les enseñaba, y la Mentira era muy honrada y muy apreciada, y la acompañaba mucha gente, y el que menos se acercaba a ella y menos sabía de su arte, era menospreciado por todos, y aun él mismo se preciaba en menos.
“Hallándose la Mentira tan bien andante, y la Verdad despreciada y desdichada, pues estaba escondida bajo tierra, y ningún hombre sabía nada de ella, ni se pagaba de ella, viendo que no le había quedado otra cosa con que se pudiese mantener sino aquellas raíces del árbol, que era la parte que la Mentira le aconsejaba tomar, a falta de otra comida tuvo que ponerse a roer y a cortar y a sustentarse con las raíces del árbol de la Mentira. Y aunque el árbol tenía muy buenas ramas y muy anchas hojas, y daba muy gran sombra y muchas flores de muy vistosos colores, antes que pudiesen llevar fruto fueron cortadas todas las raíces, pues debió comerlas la Verdad, que no tenía otra cosa que alimentarse.
“Cuando las raíces del árbol de la Mentira estuvieron todas cortadas, hallándose la Mentira a la sombra de su árbol con todas las gentes que aprendían aquel arte suyo, vino un viento y dio en el árbol; y como todas las raíces estaban cortadas, fue fácil de derribar, y cayó sobre la Mentira y la quebrantó de muy mala manera, y todos los que estaban prendiendo de su arte fueron muertos y muy mal heridos, y quedaron malandantes. Y del lugar donde estaba el tronco del árbol salió la Verdad, que estaba escondida; y cuando estuvo sobre la tierra halló que la Mentira y todos los que a ella se acercaron eran muy malandantes y se hallaron mal de cuanto aprendieron de la Mentira y del uso que de ello habían hecho.
“Y vos, señor conde Lucanor, parad mientes que la Mentira tiene muy grandes ramas, y sus flores, que son sus dichos, y sus pensamientos y sus halagos son muy placenteros y de ello se aficiona mucho la gente; empero todo es sombra y nunca llegan a buen fruto. Por tanto, si aquellos contrarios vuestros usan la sabiduría y los engaños de la Mentira, guardaos de ello cuanto pudiereis, y no queráis ser su compañero en aquel arte, ni tengáis envidia de la felicidad que tienen por usar el arte de la Mentira, pues estad seguro que les durará poco y no pueden tener buen fin, y cuando creen ser más dichosos, entonces les fallará, así como falló el árbol de la Mentira a los que creían ser muy afortunados a su sombra. Mas aunque la Verdad sea menospreciada, abrazaos bien a ella y apreciadla mucho; pues estad seguro que por ella seréis bienandante y llegaréis a buen fin, y ganaréis la gracia de Dios, para que os dé en este mundo mucho bien y mucha honra para el cuerpo, y para el alma salvamiento en el otro.
            Al conde agradó mucho este consejo que Patronio le dio, lo hizo así, y se halló muy bien.
Y entendiendo don Juan que este ejemplo era bueno, lo hizo escribir en este libro, e hizo los versos que dicen así:
Seguid La verdad y de la Mentira
/huid
Pues su mal aumenta quien usa el
/mentir

El libro de Patronio, es una de las reliquias de la Literatura medieval Española. Consiste en una recopilación de 51 ejemplos -especies de fábulas- en las que Patronio, el consejero, aconseja a su Señor, el conde Lucanor, sobre cuestiones de la vida cotidiana de su feudo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Yo no te pido que me bajes una estrella azul
solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":