viernes, 4 de noviembre de 2011

Amor más allá de las fronteras


“_Y nunca hasta ahora un Enano había derrotado a un Elfo en un torneo de elocuencia_ añadió_¡ Pero ahora iremos a Fangorn e igualaremos los tantos!”
J.R.R. Tolkien “EL Señor de los Anillos”


La caverna estaba muy oscura. Por un tiempo la mirada de los pueblos Élficos no me sirvió de mucho. Deso, el enano, me condujo por un pasillo largo. Llegamos a una cámara en la que las piedras parpadeaban en la oscuridad. Qué vergüenza, un elfo ciego llevado de la mano por un enano. Callate, es tu pueblo quien inventó la homosexualidad, no el mío.

En ese momento sentí como si un cosquilleo se prolongara desde su mano peluda, haciéndome notar que a pesar de lo que yo creía era suave. Deso estaba nervioso, y podía notarlo. Qué te pasa. Nada, caminá nomás y cerrá el pico de una buena vez, querés…

Me soltó del brazo e intentó prender una antorcha sin suerte. Pude escucharlo rezongar. No son lindas estas luces en la oscuridad. Más lindas son a la luz de la antorcha. En ese momento se encendieron todas las luces y pudimos apreciar el esplendor del mármol que adobaba las paredes. Casi se me pianta un lagrimón al ver que el Enano se ponía de rodillas y recordaba la existencia a su primo Hery. Ahora descansa junto a los míos.

Traté de consolarlo y al tiempo nos encontramos riendo, sentados el uno frente al otro en un rincón del Abismo. Me estaba contando un chiste de orcos de mal gusto cuando de repente volvió la oscuridad. Mierda, en estas reliquias es imposible ignorar el toque de los Hombres y Mujeres, más nocivos que los orcos. Le dije que no insultara más; me insultó e intentó otra vez encender las antorchas.

Se hizo el silencio. Luego oí que lloraba. Qué pasa con el indoblegable Enano, contale al Elfo… Nada, todo este tiempo sin ver a mis seres queridos. Un enano guarda mucho en su interior, y un día explota. Pero si explota que sea en lo más profundo de la mina porque un Enano no debe llorar, y menos al frente de un Elfo maricón… Cómo dijiste. No te ofendas Licedot pero…

Me retiraba enojadísimo cuando el enano me tomó del brazo. Después no sé qué pasó. Solo sé que la luz de las antorchas nos encontró hundidos en un profundo beso. Me sonrojé mucho, el enano comenzó a ensayar un pretexto en voz alta.

No nos volvimos a hablar hasta la partida de Isengard, cuando lo obligué a cumplir su promesa.

Cabalgamos en silencio, como acostumbrábamos: él en la grupa del caballo, bien aferrado a mí. Noté que estaba asombrado. Si te ha gustado el bosque de los Ents, el Bosque negro te encantará. Refunfuñó.

Cuando llegamos mi gente nos recibió con todas las pompas. Al Enano se le cayó la mandíbula del asombro. Son solo árboles, pero hermosos. Por la tarde fui a visitarlo a la morada que le habían destinado. La cortina estaba abierta por lo que pasé. Estaba mirando por la ventana.

No era que los Enanos solo lloran en sus Minas. Se resquebró en llanto y me partió el alma. Vos no me entendés, ni hablar puedo. Tengo un hombrecito, tras que soy Enano, adentro que quiere salir y no puede. Qué es lo que te ahoga. El problema es… no te lo pienso decir. Basta de llorar, un enano tendría que tener obligación de reir, no de no llorar. Se le dibujó una sonrisa melancólica. Te amo Licedot… Cerré la cortina y nuestros cuerpos tuvieron la primera oportunidad de conocerse y nuestras almas la primera oportunidad de juntarse. Sabíamos muy bien que ni en su pueblo ni en el mío nos aceptarían…


Dibujo: T-Jacques

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"Yo no te pido que me bajes una estrella azul
solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":