El
caso, llegó a mi escritorio una noche de invierno, de esas en que la gente
prefiere morir antes que tener que pasar frío. Me lo traía un anónimo con la
promesa de que me haría llegar una buena paga -con impuestos inclusive-. Decidí
archivarlo en mi escritorio, para que la señora que limpia lo encontrare, me lo
devolviere y lo rompiere porque seguramente ya habría caducado.
No
fue hasta que me enteré en el café de una serie de asesinatos en la ciudad, que
decidí comenzar con la investigación. Cinco asesinatos en una semana no suceden
todos los días y menos en una ciudad tan pequeña como ésta.
Escribí
al remitente y a la semana me llegó la respuesta en mano. La traía una mujer
recientemente enviudada. Su nombre era Carmen, una cincuentona cuya sensualidad
le quitaba varios años de encima.
La
primera pregunta fue cómo hizo para conservar ese cuerpo después de haber
parido hijos (?). No, en serio… le hice las preguntas pertinentes que están en
el formulario de todo policía. Me dijo que la boanerense ya la había
entrevistado, por lo que pasamos a las preguntas comprometedoras.
_¿ Su marido poseía algún enemigo?
_No, qué yo sepa…_
_¿Su marido tenía alguna amante?
_ ¿Mi marido?
_Sí_
_No sé por qué me pregunta esto. Lo
que sí sé, es que últimamente estaba teniendo mucho trabajo y llegaba a casa
más tarde de lo normal
_Entiendo… ¿su marido tenía obra
social?
Cuando
me harté de esa candente mujer, la despaché de mi oficina y ya nomás puse manos
en el asunto. Así llegué a esa mujer,
otra cincuentona cachonda, de las que se rumorea tener sangre amazona corriendo
por la venas.
Toqué
a su puerta y me presenté. La mujer me hizo pasar, tal vez al verme de traje:
_Soy el detective Feuerbach-le dije-
¿Se ríe de mi nombre? ¿qué es, marxista? Je je. Estoy investigando un caso de
asesinato y necesito hacerle algunas preguntas. Si gusta dejarme pasar…
_ Ahora mismo enciendo la cafetera y
lo escucho.
_ Gracias, es muy ama…
No
me dejó terminar, que me hundió en un profundo beso del que no pude escapar. En
un abrir y cerrar, mi ropa yació sobre el sofá junto con la de ella. El beso se
prologó, descendió hacia abajo y cuando me soltó sintió unas fuertes ganas de
poseerla. Ella no había alcanzado el climax aún, avisaría cuando estuviera por hacerlo.
Yo accedí con una condición: que me alcanzara la camisa del sofá porque me
estaba dando frío.
Ni bien se
dio la vuelta, tomé mi 38 y le partí la cabeza de un culetazo. Luego telefoneé
a la policía.
_ Sin apuros oficial, el criminal está
muerto.
Al día
siguiente, me reuní con la viuda en mi despacho. Me agradeció y le pasé mis
honorarios.
_ ¿Pero sabe que fue de mi marido?-me
dijo- Él siempre pidió que lo cremáramos y esparciéramos sus cenizas en el río…
_ La autopsia mostró que el cuerpo de
su marido, junto con el de otra docena de hombres, se digerían en el estómago
de una amante…
_Yo sabía que Roberto andaba en algo
raro…
_Sí señora, parece que después de
tener relaciones la viuda negra se
los tragaba como una boa constructora, pero al revés.
_ ¿Y tenía el trasero grande?
_Grandísimo…
_Ahh, a Roberto siempre le habían gustado
las mujeres de buenos traseros. Qué raro que usted no corrió con la misma
suerte…
_No señora-le dije- aunque no lo crea,
mi eyaculación precoz esta vez me ha salvado la vida.
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solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":