martes, 11 de abril de 2023

La pasión de los malditos



LLEGUÉ A ESTE LUGAR como perdiendo cosas por el camino. Seco y ripioso fue el trecho que me trajo hasta aquí, pero más doloroso resulta ser este bosque al que no llegan de la ciudad más que gemidos de dolor.

La vida fue siempre un presagio de lo que sería el final, como las frutas, que tienen la muerte contenida en sí: temo el grito se seca más allá de los dientes de los ojos caen lágrimas con un gusto familiar.

He amado tanto y odiado con excesiva fuerza, sobre todo a aquellos que decían: “de ese país jamás saldrá algo bueno”. ¡Señor, que venza en mí el amor! Y perdónanos porque no sabemos lo que hacemos.

¿No ves, acaso, que mis niños están hambrientos? Cargo ya con el instrumento con el que cerrarás mis ojos: ¡Dame al menos de beber del mismo cáliz del que bebe comúnmente el último de mis hermanos!

¡Padre, ahora amo a todo el mundo y me entrego! Ahora vivo porque no muero ya. Y sin embargo, aún no ha llegado el momento.

Hágase en mí, del mismo modo, tu preciosa voluntad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Yo no te pido que me bajes una estrella azul
solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":