jueves, 30 de enero de 2014

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unos ojos que me miran por detrás de virutas de humo, que se pierden en el éter para siempre. Ojiazules condenados a beberse los licores eternos en una usina de almas, que les ponen los dientes amarillos/color de ámbar. Con las telas percudidas por el tiempo. Centuriones silentes del gato negro que anda por los techos cuando la musa se asiesta. Con el único consuelo de escucharse algún que otro tango en las cuerdas de una orquesta férrea cuando se hacen los cambios de vías. O cuando pasa la mole cargada de canto rodado saludarle con dos guiños, un ojo a la vez
                    
yo los llamo "el viejo"

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"Yo no te pido que me bajes una estrella azul
solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":