Ésta es la
historia de Aladino, un ladronzuelo que vivía en la capital árabe de Ar Riyad.
Un día, en una de sus andanzas, Aladino encontró una lámpara mágica. La misma
le hizo recordar la famosa epopeya de su tocayo, en la versión censurada de
“Las mil y una noches”.
Dicen las malas
lenguas, y como yo no escapo de ser como ellas, que en realidad, la historia
fue otra. Una tan distinta, que los sabios juglares del medio oriente
decidieron olvidar a través de los tiempos.
Aladino
frotó la lámpara para quitarle el polvo, y de ella salió un genio gigante. Él,
le dijo que le concedería un deseo:
-Puedes elegir lo que quieras amo, pero no pedir más
deseos -le dijo el genio-
Aladino,
al ver que el genio, a pesar de ser grande, era amable y estaba a sus órdenes, se
tranquilizó un poco. Luego reflexionó hondamente sobre por cuál deseo iría a
optar. Pensó en riquezas, en ser el sultán de toda Arabia y más: de todo el
medio Oriente.
-Ya sé lo que voy a pedir -dijo finalmente-
-Entonces por favor, dímelo.
-Quiero que mi mejor amigo Anís, se convierta en una
mujer.
-Tus deseos son órdenes- dijo el genio y así decía
se esfumó.
El
muchacho volvió a su casa pensando en que todo aquello había sido una broma de
mal gusto de los ángeles y Alá.
-Al fin y al cabo me lo paso robando a ricos y
pobres por igual -se dijo- me lo tengo merecido…
No
fue hasta la mañana siguiente, cuando fue al mercado por algo de comer, que
entendió que algo había cambiado.
Cuando preguntó por Anís, le trajeron a una
mujer, la más bella que había visto en su vida. Ella no recordaba nada, ni
dónde vivían, ni a qué se dedicaba, ni qué hacía entre los ladrones. Solo sabía
que se llamaba Bradú´l-Budul porque así la llamaban en un tono un tanto burlón.
-¡Conque Bradú´l-Budul, la hija del sultán…- les
dijo Aladino- vamos, saquen a esta mujer de aquí y traigan a mi amigo que
necesito hablar con él!
Los
demás ladrones se encogieron de hombros.
-Anís no está Señor, dicen que se fue anoche muy
temprano, al galope…- dijo uno de los ladrones.
-¡Pero si su camello está en el establo!- dijo otro-
¡dicen que se lo llevó la muerte!
-¡Otros, que lo raptó un gigante!-
En
ese momento, se armó una discusión entre los ladrones. Algunos eran partidarios
de que Anís había muerto, otros creían que el gigante lo había raptado.
Aprovechando el tumulto, Aladino tomó de la
mano a Bradú´l-Budul y se la llevó a dar un paseo por la ciudad. Caminaron
juntos hasta el anochecer, parando solo para comer cuando el sol estuvo en lo
alto.
Aladino mostró a Anís las estrellas y ella
recordó que antes había amado.
- Tu eres Aladino, mi amigo -le dijo antes de
dormirse-
- ¿Cómo sabes mi nombre? -dijo Aladino sorprendido-
-Porque el genio me lo dijo -dijo Bradú´l-Budul -
dijo que encontraría a Aladino, mi mejor amigo, y él me haría feliz…
Luego
Anís quedó profundamente dormido. Aladino no durmió esa noche y con la mañana,
partió a hablar con el genio, dejando a Anís
solo en el lecho. La muchacha, al levantarse, pensó que su amigo lo
había abandonado. Por tal motivo, después de llorar amargamente, se suicidó
clavándose en el corazón una daga que encontró junto a la cama.
-¡Me has engañado!- le dijo Aladino al genio- ¡te
pedí que convirtieras a mi amigo en mujer y lo hiciste mi amante! ¡Lo pusiste
cual ramera entre los hombres, me hiciste enamorar de él! ¡Por Alá, por qué has
hecho esto!
-Solo cumplí tu deseo…- dijo el genio y se esfumó.
Aladino,
volvió avergonzado a su casa. En ella encontró a Anís muerto. Maldijo al genio
y se echó a llorar. A través de la puerta pasó Yaizay y después de ver el
cadáver de su hermano, enjugó las lágrimas de Aladino.
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"Yo no te pido que me bajes una estrella azul
solo te pido que mi espacio llenes con tu luz":