“Más que a un técnico, deberíamos contratar a un psicólogo”
Charlitos Bianchini
Charlitos Bianchini
Quizás éstas sean las últimas palabras que oigan decir de mí. ¿Qué sucede? Me estoy muriendo. No es que esté enfermo, me lo aclararon bien… Mañana despertaré y ya no seré el mismo. Es por eso que me aguanto el sueño a fuerza de mate y bebidas cola. ¿Quién querría morir? Yo no, válgame Dios, pero la vida es así. ¿Rogarle a Dios? Lo he intentado, pero solo me da más sueño.
Quizás éstas sean las últimas palabras que oigan de mí. ¿Cuál es el eje de la cuestión? Uno se echa a dormir y sueña. Soñar es morir. En esa muerte uno reencarna en otras vidas que nada que ver. Luego despierta a las 11 o 12 del mediodía y ya no se es la misma persona. ¿Qué si querría morir? Quien lo querría... Eso significa abandonar los ideales que había tomado en el día, quemar las banderas que tanto habían costado zurcir.
Quizás éstas sean las últimas palabras que oigan decir de mí. Apuro el mate y sigo. ¿Qué seré mañana? No lo sé, algún extraño de lo que soy ahora. ¿Y qué será de ella? Tampoco lo sé. Solo le pido al de arriba que por esas cosas de la vida la vuelva a encontrar. No sé, en una esquina, detrás de una vitrina, o en alguna facultad. ¿Qué pasará con mis ideales? Quizás los encuentre dispersos por el mundo, y me dé nauseas como cuando uno come una comida que le cayó mal.
Quizás… a la mierda con la cancioncilla. Pero es cierto… Mi vida se acaba y pensar que éstas serán las últimas palabras que oirán decir de mí. La muerte es más fuerte que mi convicción, y a eso no hay con qué darle. ¿Estoy seguro? No… Todo no pasa de una suposición.